Yo recuerdo esa calle, esa cortada,
bajo el sol impiadoso, adormecida;
dádiva del azar, pero escondida,
inerme bajo el cielo y olvidada.
Yo era niño y entre por tu calzada
de adoquines ardientes, sumergida;
una quietud solar toco mi vida,
como vos, silenciosa y extraviada.
Por antigua tu luz no es menos cierta:
añoro tu fulgor, calle desierta,
tu mediodía inmóvil, sin olvido.
Soy otra vez el niño que camina,
y vos aquella luz que no termina,
mi patria oculta, mi rincón dormido.
tms( junio 8, 2013)